martes, 24 de junio de 2014

Ciudad Marca

  Bilbao inicia a finales de los noventa un proceso de regeneración urbana en la que lo cultural juega un importante papel en la estrategia de capitalización simbólica de la ciudad y se convierte en un ejemplo paradigmático de la aplicación de los principios de la economía creativa y la ciudad marca. Todo el dinero y esfuerzo se vuelcan hacia la ría -que se convierte en la cara de la ciudad-, ignorando a los barrios de arriba, dejándoles fuera del transporte y los servicios -no son importantes para la marca de la ciudad-.
  El “efecto Guggenheim” llega a una de las zonas más deterioradas del centro de la ciudad, el barrio de Bilbao La Vieja o barrio San Francisco. El proceso de gentrificación de la zona es claro: originalmente barrio de rentas bajas e inmigración, con un cierto abandono por parte del poder público. Las nuevas políticas de la ciudad convierten al barrio en un caramelo para el mercado inmobiliario, y la especulación se estimula desde el Ayuntamiento a través de actividades culturales. .
Las clases más vulnerables económicamente ven peligrar su permanencia en el barrio, ante la inminente subida de precios de los alquileres, como consecuencia del aumento de la demanda de la clase creativa por residir en el barrio, ahora estetizado bajo etiquetas como bohemio y multicultural.
  Paralelamente se pone en marcha una campaña de comunicación sobre la inseguridad del barrio con la implantación de cámaras de videovigilancia por la zona. Los vecinos de San Francisco, Bilbao La Vieja y Zabala respondieron con un contundente rechazo a esta implantación aportando unos argumentos que destapan a la perfección la estrategia y recogen soluciones propias de ese urbanismo con perspectiva más humana:
"las cámaras refuerzan una imagen de barrio conflictivo y problemático y fomentan aún más su estigmatización y guettización", que "en vez de potenciar la relación y la cercanía se fomentan las sospechas y la desconfianza entre las personas".
Son plenamente conscientes de los problemas de grave exclusión social que se dan en el barrio, pero también reconocen el papel fundamental que en ellos juega el histórico abandono que esta zona sufre por parte de las instituciones y que aseguran, "generan, entre otros, conflictos de convivencia y delincuencia que requieren respuestas educativas y comunitarias de carácter integrador y no cámaras con efectos disuasorios y represivos".
 Se preguntan si no sería más provechoso canalizar los recursos económicos que se van a utilizar para la instalación y mantenimiento de las cámaras hacia programas formativos, de empleo, de desarrollo comunitario e incluso para posibilitar comer dos veces al día y dormir bajo techo a muchas de nuestras vecinas.
 Dejan muy clara su desconfianza con esta medida ya que la consideran simplemente "una estrategia más para contentar a la opinión pública en general y a un sector de vecinos en particular mediante una nueva campaña de imagen del Ayuntamiento".




Gentrificación y pérdida de espacio público

El modelo actual de urbanismo se centra en el "saneamiento" urbano mediante la ingeniería y la cirugía, es decir, cortar trozos de ciudad y sustituirlos por otros más “modernos”. 
La estrategia para llevar a cabo este proceso es la gentrificación o elitización: un proceso de transformación urbana en el que la población original de un sector o barrio deteriorado y con pauperismo es progresivamente desplazada por otra de un mayor nivel adquisitivo, como consecuencia de programas de recalificación de espacios urbanos estratégicos (se suele dar en barrios céntricos).
 Las ganancias (para unos pocos) que pruduce este proceso son su motor principal y son posibles gracias a la descapitalización y desvalorización de la zona, que permite grandes diferencias entre el valor del suelo del sector degradado y el valor potencial que por su ubicación podría tener. Es decir, que la degradación de la zona es necesaria. Una manera de conseguir esto es la inseguridad, pero inevitablemente la inseguridad conduce a una ciudad segregada, separada en trozos, en la que las diferentes clases sociales, el comercio, las oficinas, las áreas de espectáculos, se van separando entre sí constituyendo verdaderas áreas especializadas y propiciando inútiles desplazamientos para poder llevar a cabo las labores más cotidianas con una infrautilización del espacio verdaderamente clamorosa.
Para luchar contra estos procesos y conseguir una mayor intervención en la configuración del entorno seguro de la ciudad es necesaria la observación ciudadana. 
Los paseos de Jane (en honor a la activista Jane Jacobs) es una iniciativa libre y autoorganizada localmente que consiste básicamente en caminar por nuestras ciudades, observandolas y tratando de aprender de la realidad que nos ofrecen, viendo lo que funciona bien y lo que funciona mal en nuestros entornos. Jane Jacobs era una ferviente defensora de que quién mejor sabe cual es el funcionamiento de los barrios, sus problemas y las mejores maneras de solucionarnos son sus habitantes.
 Con estos paseos se pretende reclamar un urbanismo humanizado, donde las ciudades no se planeen desde los despachos de grandes gurús del planeamiento, sino que los espacios sean para las personas y sus vidas cotidianas, y desde ahí se piense. Al caminar conjuntamente por nuestras calles vamos reconociendonos en los espacios que compartimos, tejiendo las calles con nuestras historias, las plazas con retazos de nuestras vidas cotidianas. 

Esa es la esencia de la dimensión social y política del espacio público. Dimensión que a través de la lógica de los negocios y de la capitalización se ve seriamente deteriorada y contribuye a secuestrar el espacio público.












lunes, 23 de junio de 2014

¿Qué es autogestión?

Haciendo un repaso de las acciones que hemos visto hasta ahora, sea una nave alquilada para montar una escuela de circo, una rave, una performance en la calle, un mercadillo o un centro social, queda patente que el espíritu común en todas ellas es la autogestión. porque revivir un espacio no es simplemente volver a usarlo, sino también la manera en que se hace.

La autogestión es el arte de mantenerse al control de los procesos a través de los cuales se llevan a cabo los intentos que emprendemos. Es una estrategia: un modo de encauzar las acciones y canalizar las fuerzas. La autogestión es una manera de hacer, pero no es cualquiera: lo que la distingue de otras maneras de hacer es la ausencia de cualquier tipo de determinación por parte de autoridad alguna. En realidad, la autogestión ha existido desde la formación de las primeras sociedades humanas, aunque sólo empieza a concebirse y a llamarse así una vez que la Modernidad comienza a desplegarse.

La implantación de los Estados y las religiones desplaza la hegemonía de los grupos y las comunidades autogestionadas al imponer codificaciones sociales con las que se trata de determinar las conductas, lo cual afecta profundamente el espíritu autogestionario de los pueblos ancestrales y cambia el juego de la autogestión en los diagramas de relaciones de poder.  El despliegue de los sistemas de dominación implica el gobierno de unos por otros, y en ese tipo de diagrama de relaciones de poder la regla que debe seguirse es la impuesta por las autoridades, cualquiera que ellas sean. El desarrollo de las grandes civilizaciones va de la mano del despliegue de los grandes sistemas de dominación, y por consiguiente, la pérdida de control sobre sus propias iniciativas por parte de la mayoría de las vidas.
 El capitalismo trae consigo un nuevo régimen de relaciones de poder a partir del despliegue de lo que Michel Foucault llamó biopolítica: el poder que intenta controlar cada aspecto de la producción de la vida en nombre del Hombre. La biopolítica, precisamente, consiste en la gestión de la vida de las poblaciones por parte de las instituciones del Sistema. Desde que comienza una época en la que las instituciones gestionan los procesos sociales y administran las sociedades, es decir, en el momento en el que la economía se convierte en el modelo para construir la sociedad, el arte de la autogestión deviene casi marginal. Aunque alcanza sus máximas expresiones cuanto más se polarizan las relaciones, a partir de la revolución industrial. La comuna que entre marzo y mayo de 1871 autogobierna París irrumpe como el acontecimiento que plasma las prácticas anticipadas por el pensamiento libertario de la primera parte del siglo XIX, como el cooperativismo de Robert Owen, el socialismo de Charles Fourier y el mutualismo de Pierre-Joseph Proudhon. La comuna de París recupera el espíritu de la autogestión. Continúa con los soviets entre 1905 y 1917, que con sus asambleas plantan el germen de la Revolución Rusa.
 Pero es en la España de 1936 donde se logra desplegar la experiencia de autogestión más plena y consistente del siglo XX. Desde ese año y hasta la victoria de Franco y la implantación de su dictadura en 1939 se logra poner la mayor parte de la economía española bajo el control de los trabajadores organizados por los sindicatos, dirigiendo las fábricas por medio de comités y asambleas, colectivizando los medios de producción en altos porcentajes, e incluso formando comunas libertarias a partir de las áreas agrícolas de gran parte de las regiones de Aragón o Andalucía. En Cataluña se llegó a sostener la colectivización de al menos tres cuartas partes de la industria, plasmando de modo concreto la actualización de las tradiciones rurales autogestionarias a través de las tecnologías industriales modernas. La serie de acontecimientos que de París en 1871, a Rusia en 1905, y a España en 1936 trazan la emergencia y la configuración de la autogestión como una práctica moderna, que se cierra con la experiencia de Yugoslavia en 1950, cuando tras haber roto sus relaciones con la Unión Soviética el gobierno socialista declara y promueve la implementación de la autogestión a la vez que reduce el control del Estado sobre la economía.
 
Organizarse de forma autogestionaria subvierte las relaciones de poder y otorga una mayor libertad, a nivel individual y a nivel colectivo. 



martes, 10 de junio de 2014

La importancia de los centros sociales autogestionados

 Esta semana hemos sido testigos del apoyo de miles de personas al centro social autogestionado Can Vies de Barcelona y de las propestas en oposición a su derribo. 
Pasadas las protestas y paralizado el derribo, vecinos y demás están reconstruyéndolo. El Ayuntamiento y la empresa TPB ofrecen una salida: medio edificio por dos años y una zona verde después. Pero ningún atisbo de mantener el edificio en pie. 
 Nada que no sea rehabilitar el edificio y hacerlo por ellas mismas es una opción, entonces el sitio perdería toda su esencia autónoma y autogestionaria. Y la ciudad perdería una pequeña isla libre de las asfixiantes normas y regulaciones del espacio urbano, un centro de cultura, de difusión de ideas, de agregación, de aprendizaje...Mucha gente que no participaba antes se ha unido a la reconstrucción. Y es que el argumento de la ley parece cada vez menos respetable en cuanto que lo legal se aleja de lo legítimo.

 Can Vies y otros centros sociales autogestionados, como eran Kukutza en Bilbao o la Madereña en  Oviedo aportan mucho más a la ciudad que una "zona verde" o un nuevo bloque de pisos.
Kukutza y la Madereña desaparecieron, ignorando las protestas de cientos de personas y las peticiones de asociaciones vecinales de mantenerlos. De momento, parece que Can Vies ha ganado la batalla, por lo menos hasta dentro de dos años.
Cuando el centro social se derriba se pierde ese punto de encuentro y de difusión, pero las prácticas y redes que se crean en ellos son algo vivo, germinan y es sólo cuestión de tiempo que se vuelva a crear otro. De hecho en todas estas ciudades están en marcha la recuperación y apertura de más lugares.
Coger y hacer de forma colectiva y solidaria, intentando salir de las dinámicas mercantiles. Así llegan a ser actores/motores de cambio en nuestras ciudades. De ahí la importancia de mantenerlos.
Las posibilidades son infinitas, sólo se supeditan a las ganas de la gente y las condiciones del espacio...comedores, gimnasios, talleres, distribuidoras, radios, galerias de arte, intercambio de ropa...¿qué falta en el barrio? ¿qué nos gustaría tener?
 No hace falta esperar soluciones, sino que tenemos el deber de crearlas. En la situación de crisis actual sobra tiempo y falta trabajo.



jueves, 29 de mayo de 2014

La okupación como herramienta


  El informe Sueños rotos: El impacto de la crisis de vivienda en España sobre los grupos vulnerables, de Human Rights Watch, documenta a través de 44 entrevistas la realidad de las personas que han experimentado un desahucio en primera persona, junto al testimonio de organizaciones de la sociedad civil y funcionarios del Gobierno. Su autora, Judith Sunderland afirma que es una cuestión de responsabilidades del Gobierno, de garantizar derechos humanos básicos, incluido el derecho a una vivienda adecuada. Y aunque reconoce que el Ejecutivo ha tomado algunas medidas, asegura que son insuficientes.
No le falta razón. Una de las principales medidas como es el Fondo Social de viviendas es básicamente inoperante: de 6000 viviendas sólo se han entregado 410. Una cantidad irrisoria. Má teniendo en cuenta que se calcula que hay entre 5 y 6 millones de viviendas desocupadas en España. Mientras, el Gobierno se ha dedicado a criminalizar las acciones reivindicativas de colectivos como la Platarforma de Afectados por la Hipoteca y a vetar la iniciativa legislativa popular, defendiendo a los bancos y regalándoles dinero público de vez en cuando, por si acaso se les ocurría dudar de su amistad.
Ante este posicionamiento claro, muchas personas deciden actuar por su cuenta y, obviamente proveerse de lo que necesitan por ellas mismas. En Madrid, por ejemplo, la okupación se ha disparado llegando a niveles sin precedentes. Se ha convertido tanto en una forma de solucionar la necesidad de vivienda como en un medio de protesta y construcción colectiva, que está empezando a ser utilizada por las nuevas estructuras asamlearias. Como por ejemplo la PAH cuando expropia edificios de los bancos para realojar familias o los grupos de jóvenes o gazte asanbladas que deciden crear su sitio.
así que la okupación se presenta como una herramienta para el problema de conseguir una vivienda o un espacio en el que desarrollar la vida colectiva de un grupo. Pero no es sólo la herramienta a un problema inmediato. Va más allá.
 Cuando alguien decide tomar esta herramienta empieza un proceso que cuestiona la propiedad privada y el sistema de leyes que la protegen. ¿Se corresponde lo legal con lo legítimo? Negar el uso y disfrute de un lugar que no se usa, no parece respetable y es perfectamente legal.
Proceso en el que surge la capacidad de autonomía, de convertirnos en personas capaces de  hacer por nosotras mismas, de transformar.



jueves, 22 de mayo de 2014

La Vuelta de Erribera 13

 El proyecto que se empezó con la okupación de Erribera 13 continúa vivo aunque cerraran el edificio. 
 Se han propuesto rehabilitar y revivir otro edificio, que está en condiciones ruinosas, en el Casco Viejo. Mañana viernes se abrirán sus puertas para presentar el espacio.
Como avisan en todas las manifestaciones "un desalojo, otra okupacion" y llega, además, la misma semana que tienen que declarar en el juzgado los denunciados en el caso de Erribera. Y con todo el apoyo y colaboración de la oficina de okupacion, a la que el burdo intento de denuncia a algunos de sus miembros, no achanta. Ellos intentan lo suyo, está claro, pero nosotros seguiremos con lo nuestro, creyendo en la importancia de crear este tipo de espacios.



 

lunes, 28 de abril de 2014

Eco aldeas

Volviendo al hilo de la autogestión y el autoabastecimiento, tenemos los ejemplos de las eco aldeas y de los pueblos reconstruidos. En Bizkaia está Urallaga, por la zona de la Arboleda y en Navarra hay unos cuantos, La Cabe, que es bastante antiguo y muy conocido y también Uli.

Son algunos ejemplos hasta los que no he podido acercarme todavía. Espero en un futuro muy próximo poder contaros algo de primera mano, hasta entonces os dejo un enlace con un ejemplo perfecto.

   http://www.hogarismo.es/2014/04/14/20-valientes-transforman-un-pueblo-fantasma-en-una-maravillosa-ecoaldea-casi-utopica/